jueves, 29 de noviembre de 2012

Andrés D.C

Estilo: Típico, carnes y algo más
Sabor: 9
Atención: 8
Ambiente: 9
Presentación: 9
Rango precios fuertes: $30.000 - $70.000
Dirección: Centro comercial El Retiro

Quizá el restaurante más comentado por extranjeros en Bogotá. Con su sede más reciente en plena zona rosa, dentro del centro comercial El Retiro, Andrés trata de conservar el estilo que patentó en Chía hace décadas, en un formato de tres pisos (cielo, purgatorio e infierno). Con su característica decoración a punta de objetos colgados por doquier formados a partir de chatarra y piezas metálicas, el ambiente de este sitio se percibe como un carnaval permanente. Cada detalle es único. Un cambio reciente que observamos, fue el nuevo formato de carta más tradicional en una edición encuadernada, con el menú extensísimo que siempre ha caracterizado a este sitio, así que si usted no tiene definido lo que va a pedir le tomará un buen tiempo recorrer toda la carta. Como entrada ordenamos una olla de mejillones con papas fritas para compartir. El tiempo de servicio fue una eternidad, cosa que en el intermedio del almuerzo nos aclaró uno de los meseros, ya que prácticamente teníamos dos a nuestra disposición,  el cual nos pidió disculpas por la demora y nos aclaró que los domingos es más notoria esta característica. Los mejillones llegaron en una olla casera y cuando levantamos la tapa emanó un  aroma espectacular a jerez. Lo mejor de todo fue que la gran cantidad de caldo en que reposaban los mejillones, nos sirvió a manera de sopa; ni hablar de las papas fritas ultra gruesas, suaves por dentro, crujientes por fuera, una delicia; quizá este plato fue lo mejor del almuerzo. de fuertes ordenamos algunos platos no tan típicos del menú, el cual es fuertemente reconocido por sus carnes a la parrilla. Esta vez nos fuimos por una sopa boullabaise al estilo de Andrés, un sanchocho con pargo, una ensalada mediterránea y un chili con carne. La boullabaise tal vez fue el plato más flojo, primero su tamaño bastante pequeño, más un caldo que otra cosa, con tres langostinos y un par de anillos de calamar, no tenía mucho sabor y no se sentía el azafrán. El sancocho de pargo, con variedad de tubérculos, espeso y un trozo de pargo de un sabor y textura deliciosos. La ensalada, muy bien presentada y generosa, con lechugas, espárragos frescos, cubos de tomates y cubos de queso, bastante aceite de oliva y hierbas. El chile servido en una totuma pequeña de madera rústica acompañado con chips de plátano verde. El sabor del chile delicioso, el tamaño más bien pequeño, muy picoso, lo cual me pareció excelente para los amantes del ají. Quizá el acompañamiento le adicionaría un guacamole, los chips por su textura se hacen algo complicados para comer y hay que tener cuidado de no lastimar el paladar. De tomar ordenamos  unas limonadas cerezadas, las cuales tenían un color rosado, dado por el almíbar de las cerezas, quizá un poco dulces para mi gusto, en un vaso generoso, su precio también lo era. Para terminar, pedimos la torta de chocolate con helado, la cual recordaba con mucho aprecio, esta vez no fue tan espectacular; su tamaño había sido reducido y la humedad de la masa de la torta no se sentía ultra fresca como en otras oportunidades, a pesar que la torta es ligeramente bañada en una especie de salsa de chocolate.
Para resumir, la calidad y esmero por la preparación de los alimentos es innegable, sin embargo los precios sobrepasan limites estratosféricos, que difícilmente se pueden justificar para este tipo de comida. Quizá son muchos empleados, incluyendo las comparsas teatrales que desfilan por el local entre las mesas, en este día el clan del mago de Oz, quienes brindan un espectáculo visual muy particular y único para el concepto de cualquier restaurante.


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