Sabor: 7
Servicio: 7 (por la demora)
Ambiente: 8
Precios fuertes: $20.000 - $40.000
Dirección: Diag. 68 # 11A - 29
Ubicado en la zona de Quinta Camacho, a diferencia de la mayoría de restaurantes de la zona, El Chato no se encuentra entre la cr. 9a y la 11 si no entre la 11 y la 13. Si va en carro tiene que dejar el carro al frente del restaurante sobre la calle o buscar parqueadero sobre la 13 o en el Carulla de Quinta Camacho.
El sitio se identifica por una carpa blanca en su entrada. Cuenta con una terraza cerrada y el comedor angosto y profundo, el cual termina en una pared biblioteca que lo separa de la cocina. El sitio es agradable y acogedor. La carta de comida es bien reducida y lo que noté en nuestro grupo es que la gente no sabía que pedir quizá por la poca cantidad de opciones o porque el estilo del sitio no es definido por un tipo de comida regional en particular. La carta cuenta con un par de sopas, otro tanto de ensaladas, la pesca del día, un sandwich, silla de cordero, cerdo crocante, pollo y algo más, todos en un estilo muy particular y diferente. El cerdo y el cordero aclara la carta que tarden 40 minutos y son para compartir entre dos. Nos abstuvimos de pedir el cerdo por el tiempo de espera y como era de noche nos enfocamos en algo ligero como la pesca del día que ofrecía dos opciones, trucha y corvina. Yo personalmente opté por la corvina. El tiempo de espera fue de 40 minutos, lo cual me parece importante mejorar, ya que el restaurante no estaba lleno y tampoco pedimos entradas, es más de haberlo sabido que demoraba lo mismo que el cerdo lo hubiéramos pedido. De cortesía recibimos unos chicharrones inflados tipo paquete levemente bañados en una especie de salsa cítrica, como reemplazo del tradicional pan de la casa. Finalmente llegaron los pescados, muy bien presentados en platos semi hondos y diferente a lo que esperaba, pues en lugar de el filete de corvina, era una gran croqueta apanada en fideos de papa criolla. Alrededor, abundaba el verde, gracias a una gran cantidad de berros y debajo de la croqueta una salsa de berros también. Adicionalmente, unos hongos portobello salteados complementaban el plato. Esta vez suprimieron las harinas con excepción del apanado. Empezando por el pescado que era la pieza central del plato, no estaba sobrecocido o seco, lo cual fue positivo, y su sabor muy agradable sin mayores condimentos, respetando la esencia de la corvina como tal, sin embargo, las puntas del apanado exterior estaban quemadas, lo cual generaba un desagradable gusto a quemado (ojo a esos pequeños detalles). Los portobellos de buen sabor, muy al natural salteados, pero me hubieran gustado más jugosos. Los berros, tal vez demasiados, yo les hubiera mezclado una vinagreta para darle algo de acidez al plato y no hacerlos tan aburridos y hubiera puesto menos berros mezclado con alguna harina adicional. Lo que me decepcionó más fue la salsa de berros que estaba muy plana y no le aportaba contraste al pescado, era un sabor muy neutro sin acidez, dulce o sal. De fondo se sentía el berro licuado con leves notas amargas por el mismo efecto del licuado. Le hubiera venido mejor por ejemplo una mayonesa de alcaparras o algo que resaltará y volviera el plato más divertido. Lastimosamente todos pedimos el mismo plato, por lo cual no tenemos otras referencias para comparar. Creo que El Chato tiene potencial, valoro su propuesta de hacer platos con cortes, ingredientes locales y presentaciones diferentes aunque puede ser algo riesgoso para el común de los paladares. Habría que volver y probar por ejemplo el cerdo. Seguro pueden mejorar.
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