Estilo: Pescados y mariscos
(ya no existe)
Sabor: 9
Ambiente: 8
Servicio: 7
Precios fuertes: $25.000 - $90.000
Dirección: Cll 69A # 5-59

Esta es mi tercera vez en Oyster, después de cinco años de ausencia. El lugar sigue igual, atendido por sus propietarios. Este hecho en particular es un aspecto destacable, pues nos da la idea que el lugar conserva su calidad intacta. Cuando nos traen la carta noto a primera vista que los precios son bastante altos, lo cual no recordaba que lo fueran proporcionalmente cinco años atrás. En la mesa fueron colocados unos dips (puré de aceitunas, picado de tomates y paté de atún con unas galletas muy delgadas. Me parece destacable la variedad de untables, las cantidades un poco medidas. Como entrada para compartir, ordenamos una fritura de calamares y camarones. Venía acompañado con ralladura de yuca y dos salsas, una roja picante y otra estilo tártara. La textura de los mariscos estaba blanda, no cauchuda, pero esperaba un apanado más contundente y crujiente. Los sabores muy normales, no se destacaba nada en especial. De fuertes pedimos un atún con salsa de alcaparras, un arroz con tinta de calamar, pulpo y gambas y una sopa de mariscos que no aparecía en la carta, porque la que aparece en la carta es una entrada y cuesta $25.000. Empecemos por el arroz que tenía una consistencia muy buena a mi gusto, no estaba seco, tampoco caldudo aunque no me molestaría. Buen sabor, una gamba y un langostino adornaban el plato y pulpo baby en su interior, acompañado con ensalada fresca. El atún estaba bien sellado por fuera y crudo por dentro como debe ser. La salsa iba pegada en forma de costra, acompañaban papas a la francesa y espinaca salteada. Un buen logro en términos generales. La sopa fue servida en un plato semi pando más bien pequeño, que sea semi plano es adecuado para lograr una mejor presentación de los elementos sólidos de la sopa. La consistencia era bastante espesa por su bajo contenido de fondo. En términos generales su sabor tenía fuerza; nos pareció poca la cantidad de caldo respecto a los sólidos. En algún punto se solicito más caldo para alivianar la textura de la sopa y la dueña que la teníamos al frente en la cocina abierta dijo en voz alta que no tenían más sopa, lo cual afecta nuestra calificación del servicio. Posteriormente el dueño se acercó y mejoró la situación, añadiendo más caldo de tomate al plato. Dentro de la sopa pescamos dos langostinos, algunos camarones, un pedacito de carne de langosta, dos mejillones y chipi chipi que era lo que espesaba el plato en general. Acompañaba chip de yuca rallada. Insisto, los sabores bien logrados, pero la relación calidad precio de este plato no sale tan bien librado, podría costar un 25% menos ya que ascendía casi a los $50.000 y no los justifica.
Sabemos en términos generales que los lugares de pescados y mariscos sufren de un alza de precios respecto a otro tipo de alimentos terrestres, debido a nuestra lejanía del mar, pero que tanto se justifica realmente esta desproporción? De pronto si hablamos de pescados frescos sin congelar que llegan directo a Bogotá?? queda el interrogante.
En términos generales destacamos las habilidades culinarias de sus chefs y propietarios, que ofrecen una opción interesante para los amantes del mar con presupuestos holgados.
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