Estilo: Típica fusión
Sabor: 7
Presentación: 7.5
Servicio: 8
Ambiente: 9
Rango precios fuertes: $20000 - $35000
Dirección: Cr. 9 # 69a - 26

Llama la atención en particular una casa estilo hacienda de fachada blanca sobre la carrera novena en pleno Quinta Camacho, un barrio tradicional de los años 60 en Bogotá, del cual todavía se conservan algunas casas estilo inglés que poco a poco han sido transformadas en oficinas o restaurantes. La casa de la Herencia es única en su género, con muebles en madera rústica natural y tapizados en tela de diferentes colores, una cocina abierta gigantesca y muchos espacios, que incluyen terrazas cubiertas con mucha luz. La verdad se siente uno en una casa de campo fuera de la ciudad. La idea de este sitio viene de los mismos creadores de Entrepués, un reconocido restaurante típico en la autopista norte a la salida de Bogotá, donde el fuerte son los fríjoles y los calentados. Alguna vez estuve en ese sitio y salí más bien descontento con un calentado, aunque realmente debo admitir que no se debe esperar mucho de un plato de esta naturaleza, sin embargo considero que hay propuestas típicas culinarias superiores como Andrés Carne de Res. Es esta oportunidad, la propuesta trató de estilizarse un poco e incluir algunas derivaciones de platos que coinciden en algunos ingredientes como por ejemplo la cazuela ranchera que hace referencia a la cultura tex mex o un lomo con macarrones gratinados y sofrito que recuerda un poco a la cocina italiana, haciendo la comparación del hogo con la salsa pomodoro. El problema con estos platos es que uno finalmente terminan siendo más colombianos que otra cosa y pueden confundir al comensal. La cazuela servida en vasija de cer, de buen sabor en general, pero algo le faltaba para ser realmente sabrosa. Los fríjoles suaves, tal vez demasiado revuelto con el plátano frito, chicharrón, carne mechada, maíz dulce, chorizo en rodajas (mucha grasa en su interior), aguacate y unos cuantos totopos por encima. Quizá un revuelto un poco burdo, yo le cambiaría varios ingredientes incluyendo el chorizo ultra grasoso y le daría un toque más mexicano incluyendo el picante que pedí adicional.
El lomo con macarrones, bastante suave y jugoso, la salsa o sofrito que llaman con bastante tomate y cebolla blanca bañaban el fondo del plato. En términos generales un plato agradable, pero algo le falta para ser espectacular. De entrada pedimos unos buñuelos de maíz con suero que no alcanzaron a llegar antes del fuerte, razón por la cual nos lo obsequiaron como cortesía, lo cual fue un punto a favor en cuanto al servicio. El mesero que nos atendió no dominaba los componentes de los platos (una falla), sin embargo el trato fue cordial. Algo que notamos es que hay pocos meseros para el tamaño del sitio, razón por la cual se nos dificultaba pedir algo adicional y tuvimos que levantarnos a buscar un mesero en una oportunidad, ya que ellos poco se acercaban a la mesa. El tiempo de espera fue prudente. El postre, una especie de brownie con nueces, salsa de chocolate y aceite de oliva, estaba suave y agradable. Los precios nos parecieron razonables dentro del promedio. Aunque nosotros nos arriesgamos a pedir platos un poco fusión que se salen un tanto del contexto típico, la carta cuenta con platos de este corte, dentro de los cuales se encuentra la bandeja paisa, el ajiaco, la posta negra.
El riesgo de estas fusiones es que terminan siendo ni una cosa ni la otra...de cualquier manera, la comida no está mal, pero tampoco nos hace recordarlo como un restaurante memorable.
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