Presentación: 8
Servicio: 8
Ambiente: 7
Precios fuertes: $15.000 - $35.000
Dirección: Cr. 5 # 119 - 53 (cerrado)
El primer restaurante mexicano incluido en la guillotina. Con más de un año de creado, en la parte alta de Usaquén, el Regio amplia la opción gastronómica de la zona y compite a pocas cuadras con Mi Calle, otro restaurante mexicano . Un espacio bastante reducido, con paredes de colores alegres y tonos pasteles, pero a pesar de eso, algo falta en el ambiente para hacerlo más acogedor. A pesar de los colores, algo en los materiales no refleja la calidez que quisiéramos sentir. Los espacios son muy pequeños y se siente un poco encerrado el lugar. Su estructura es vertical; cuenta con tres pisos. En el primero, encontramos mesas y una barra con licores; en el segundo más mesas y el ultimo piso o altillo, corresponde a la cocina, lo cual es poco usual para un restaurante y algo incómodo y riesgoso para los meseros y su llevada de platos hasta el primer piso. La decoración, sencilla, con algunas máscaras de luchadores y imágenes de Frida Kahlo y algunos paisajes. Ahora bien, vamos a la parte más importante, la comida. Con una carta muy amplia y platos muy variados, se destaca la inclusión de algunos platos que se salen del estereotipo del clásico restaurante mexicano. Uno de esos platos constituyó la entrada: Los jalapeños rellenos de queso, acompañados con tortillas blandas de maíz para envolver los jalapeños. Muy sabrosos, enharinados y fritos. Que bueno que un restaurante se atreva a ofrecer un plato cuyo protagonista es el ají, sin el temor a que la gente lo pruebe. De hecho tiene un picor moderado, para ser el ají entero. De fuertes probamos las tostadas vegetarianas y una corona de costillas en salsa de naranja. Las tostadas, tortillas de maíz crujientes, acompañadas con el clásico guacamole, pico de gallo y frijol refrito. En general buen sabor, un poco frío el plato tal vez. Las costillas, suaves y carnudas, con excelente aderezo, reposaban en el interior de un pimentón cocido y acompañado de guacamole, refrito, arroz atomatado con arvejas y pico de gallo, todo en pequeñas proporciones para que el plato se viera muy agradable a la vista. El pimentón estaba en su punto, jugoso y nada crudo, sin embargo se sostenía firme en el plato. Quizá el arroz aunque de buen sabor se sentía un poco recalentado y era insuficiente. Para beber ordenamos un agua de tamarindo, deliciosa, ni muy dulce ni muy ácida, en su punto. Realmente era un jugo bien equilibrado. Nos quedamos con las ganas de ensayar un postre pues, se les habían acabado, lo cual me pareció una falla, por lo menos deberían tener uno, pero al parecer no los elaboran directamente en el restaurante. También apreciamos que no tenían disponibles algunos platos fuertes en el momento. El servicio, fue adecuado, aunque por la falta de meseros, la persona que nos atendió se le pasaron un par de peticiones, ya que tenía que estar pendiente de varias mesas a la vez.
Una recomendación sería cuidar la temperatura a la que salen los platos.
Creo que la esencia de los sabores la tienen muy arraigada y se distingue fácilmente del típico y clichesudo restaurante mexicano o tex mex. En la mesa fue colocado un ají bastante picante, quizá nos hubiera gustado probar si tenían alguna salsa de ají menos picante para variar un poco el nivel de picante. Un dato importante es la originalidad de su dueño, quien proviene de Monterrey y con el cual pudimos conversar brevemente al final, quien se ha encargado de tratar de reproducir de una manera honesta el sabor de la cocina norteña mexicana y pensamos que lo ha logrado. A pesar que el sitio no tiene la mejor apariencia comparado con otros restaurantes de la zona, les recomiendo que prueben su comida, la cual pasa con honores!!!
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