jueves, 8 de agosto de 2013

La Cigale

Estilo: Francés (ya no existe)
Sabor: 8
Presentación: 8
Servicio: 8
Precios fuertes: $20.000 - $50.000
Dirección: Cll 69A # 4 - 93


Uno de los restaurantes más antiguos de la zona G en Bogotá. Su Chef y propietario, el belga Francois Cornelis, quien es reconocido por hacer recetas de dos minutos en las noticias de RCN, desde hace muchos años le apostó a la cocina francesa, primero en la 85 con 11 y ahora en la popular zona G. Su carta, ni muy larga ni muy corta, presenta elementos típicos franceses, como los champiñones, la sopa de cebolla, los riñones al jerez, pero también vislumbra una pequeña tendencia a incluir platos de otras latitudes, como el mero vietnamita, o los langostinos en tempura y mango o las pastas y risotos de la cocina italiana. La terraza del primer piso cuenta con una carta mucho más informal que ofrece sanduches y elementos de charcutería. Para empezar, nos llevaron un poco de pan con un dip de garbanzos y mantequilla aparte. Prácticamente fuimos los últimos del restaurante, de entrada pedimos un queso ahumado gratinado y una sopa de cebolla. El queso, de muy buen sabor, en una cacerolita de esas que van al horno, bañado con tomaticos cherry y una reducción de balsámico, muy rico!!!. La sopa de cebolla, ni mal ni bien, le faltó algo de fuerza, un poco plana. La espera de los fuertes se hizo un poco larga; pedimos unos fetuccinis con pulpo salteado, los famosos riñones de ternera al jerez y un pollo apanado con ensalada verde y mayonesa de ajo.  Los tres platos en general estaban bien. El pollo era crujiente, bien apanado y sin exceso de grasa. La mayonesa con un agradable sabor a ajo. Las hojas verdes de la ensalada muy frescas; quizá vendrían bien las papas fritas incluidas, aunque las pedimos por un precio bien módico, buen punto. La salsa de los riñones, super sabrosa, un poco salada...tendencia que notamos en todos los platos...la mano del cocinero, ojo, la sal es necesaria pero hay que controlarla. El pulpo de la pasta muy tierno, aunque nos hubiera gustado más que fuera a la brasa; la pasta se veía un poco plana en el plato, al igual que los riñones, faltaba algo de color. Cuando llegó la cuenta, lo único que nos escandalizó fue el precio de una cerveza belga $17.000...Plop!!!!(el mesero debería advertir el precio de este tipo de cervezas con precios exorbitantes. Recomendación, revisen los precios de los licores antes de pedir; por lo demás me parece que no abusan en los precios; de pronto hay unos cuantos platos por encima del promedio como el Chateubriand y el conejo, pero son excepciones.  Una falla fue que se les acabó el pan...quedamos con las ganas. El ambiente del sitio, está bien, aunque podría ser más especial...no me transmite una imagen en particular. Como era festivo, no pudimos conversar con Francois...será en una próxima oportunidad.






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