Madam Tusan

Estilo: Chifa
Sabor: 9
Servicio: 9
Ambiente: 9
Precios fuertes: $20.000 - $60.000
Dirección: Calle 109


Una nueva oportunidad para explotar el potencial de la comida peruana en Bogotá. Una sucursal de otro concepto que quiso mostrar Gastón para ampliar su portafolio y por supuesto para vender más. Con su sede original en Lima, Madame Tusan muestra la faceta china que es tan grande en Perú por la gran cantidad de inmigrantes que llegaron en el siglo XIX. Bueno y que mejor socio que Leo Katz para montar un restaurante de un formato enorme con una infraestructura poderosa. Ubicado en Usaquén, este enorme restaurante de dos pisos se destaca por sus altos techos y mesas con bancas de espaldares separados enormes pegados a la pared. Apenas se entra, se observa a mano izquierda, un ventanal, donde se pueden observar algunos cocineros elaborando algunas masas de pastas. La carta, con varias secciones y variedad de platos que incluyen los famosos arroces chaufas.  Sorprende un poco que a diferencia de cualquier restaurante de nivel aquí no ofrecen ningún pasante de cortesía( pan). Eso sí colocan tres salsas en la mesa, hoisin, picado de ajíes peruanos y ají chino, las cuales se usan cuando llegan los platos que se ordenan a la mesa. El primer plato a probar fue una sopa de pato con fideos. Un buen caldo de base, pechuga de pato sellada y unos cuantos fideos, tal vez pocos, tamaño mediano, no como una sopa pho en Wok que es muy generosa en su gran tazón, aparte de sus acompañamientos.

El segundo plato, un arroz chaufa servido en una especie de cacerola con tapa. Apenas se abre, muchas verduras sobresalen y el arroz está al fondo. El arroz es bastante mojado y a pesar de que me gustan los arroces húmedos, este en particular no tanto y su sabor tendía a hostigar; la porción era enorme pero como se volvía monótono, no fue posible acabarlo. Me sorprendió, pues todos los chifas que había probado, incluyendo algunos en Perú, eran más bien secos. El tercer plato, un lechón en cajita como lo llaman en el restaurante. Básicamente era parte del lomo con el cuero super tostado y entre el cuero y la carne se apreciaba una capa de grasa. La carne estaba tierna, pero a mi gusto le faltaba sabor y estaba un poco seca, eso si, no había ni una gota de líquido o salsa en el plato; se veía muy simple, le faltaba color, esto también debido a que el acompañamiento eran panes chinos cocidos al vapor que son totalmente blancos, faltaba alguna verdura. El cochinillo, era bastante geométrico, pues fue perfectamente cortado en cuadrados uniformes. Me imagino que este requiere una cocción muy especial y dispendiosa, por supuesto, el precio de este plato generalmente es elevado. Aquí apliqué todas las salsas que trajeron inicialmente. Después de acabar el plato, sentí que me faltaba gasolina. La porción del lechón no es suficiente si se tiene mucha hambre. Otros platos pedidos por algunos amigos, resultaron del corte de platos generosos y de buenos precios. Igualmente me dieron a probar  una ensalada interesante con aguacate. El lugar es muy agradable, la atención buena y la comida también pero no es espectacular, quizá tengo que darle una segunda oportunidad a ver si salgo más contento, quizá lo que pasó con mi plato es que la relación cantidad precio me dejó algo molesto y con hambre, sin embargo hay otros platos de menor precio y mucho más generosos. Actualización agosto 2014: Tras una nueva visita quiero compartir una segunda opinión. Panes al vapor rellenos con hongos y pollo sellados: muy ricos. La plancha de mariscos: sabor discreto, nada espectacular, no es a la brasa, son más cocidos y mucha cebolla, poco marisco, seguramente se reducen mucho en la cocción. El arroz chaufa, nunca ha sido mi receta favorita de arroz oriental, normal. El postre, milhoja de leche asada y frutos rojos, espectacular!!!. Lo mejor del pedido. ahhh y la chicha morada a precio de oro, supongo que tienen que importar el maíz morado. La música trance...no cuadra con el restaurante, más con una discoteca. Este sitio no acaba de convencerme del todo. Actualización 2019: Después de más de dos años de cierre, reabren sus puertas en la calle 109, un local bastante profundo y bien ambientado, conservando algunos de sus platos y cambiando otros. Para mi grata sorpresa, todos los platos pedidos fueron buenos o muy buenos, buenos sabores, buenas porciones, platos para compartir, muy recomendado la fiesta de pato, los arroces interesantes. La milhojas de leche asada espectacular. Buen servicio. Dan ganas de volver. Lo único que critico es la porción miniatura de cortesía que eran unas hojuelas bañadas en una especie de miel de naranja. Conservan los ajís caseros amarillo, de rocoto y la salsa hoisin para acompañar todos los platos.