Sabor: 8.5
Ambiente: 7.5
Servicio: 8.5
Precios fuertes: $35.000 - $50.000
Dirección: Cll. 90 # 11-13
El reconocido chef peruano japonés Toshiro Mifune, asesor de la Fragata, monta su restaurante japonés en el mismo hotel donde queda Black Bear, Caccio & Pepe, Osaki, entre otros. Está en la cuadra del momento para la movida restaurantera bogotana.
El salón está ubicado en el segundo piso, pero con acceso es por el primero, de manera que se suben unas empinadas escaleras, dando paso a un amplio espacio de decoración muy simple. Los techos en madera, paredes blancas, una barra de bar, sushi; también se divisa la puerta de la cocina y unas parrillas japonesas que operan en una combinación de gas y carbón blanco. Música anglo de los 70's y posterior. Falta algo de ambiente en la decoración. La carta con una sección de entradas donde se incluyen algunos ceviches y otras preparaciones. Sushi con fusión peruana acevichados y platos fuertes que incluyen costillas y pato. Algunos arroces y domburis.. Al final, tres postres. Probamos un ceviche de merluza, una entrada con berenjena y cerdo y de fuertes la pechuga de pato, un arroz con mariscos y un domburi con chatas en tajadas muy finas. Algo característico de la cocina japonesa son sus delicados sabores, más bien neutros Creo que en este sentido, Toshiro respeta la esencia de la comida japonesa. La merluza del ceviche era de excelente calidad, mu tierna y sabor delicado. La soya siembre baja en sodio y aplicada con sutileza. Los acompañamientos, generalmente a base de arroz, usan arroz tipo sushi como un sticky rice. El pato estaba cocido muy bien (para nada cauchudo o seco), su grasa exterior estaba tostada lo que le daba un crujiente y ahumado interesante, de igual manera estaba tajada en lonjas finas y sabía a leña. Su salsa era una especie de teriyaki dulzona le daba ese toque agridulce muy agradable. La porciones tienden a ser pequeñas como suponía, sin embargo no llegan a extremos. Los precios son un poco elevados para la cantidad, ya que es una comida ligera. Tuvimos un pequeño inconveniente con la carne del domburis, ya que al ser láminas muy delgadas , presentaba algo de rila en algunas láminas y esta hacía difícil su ingerencia; quizá el error de este plato es colocar una cama muy grande de arroz y poca carne encima, lo cual lo hace algo desbalanceado. Cuando comentamos el inconveniente, el mesero nos obsequio un postre de cortesía (helado frito), lo cual se aprecia y habla del buen servicio del restaurante. El arroz con mariscos estaba rico, en especial los langostinos que sabían a brasa y estaban bien condimentados. Algo que noté que quizá fue que los platos se veían algo monótonos en la paleta de colores, faltaba verde por algún lado o algún tipo de decoración y más tratándose de cocina japonesa, ya que el impacto visal es clave. En general me parece que el lugar y la propuesta es correcta, sin embargo sus precios elevados me hacen pensar en volver con frecuencia.
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