Sabor: 9
Ambiente:8
Presentación: 10
Servicio: 8
Precios fuertes: $35.000 - $70.000
Dirección: Cll 90 # 11- 13
Esta es la última creación del grupo DLK ubicado en el primer piso del hotel EK que se ha convertido en una pequeña zona restaurantera de moda. Bajo el mando del chef español Koldo Miranda que ha ganado una estrella Michelin en su país, Gamberro maneja una cocina moderna más no vanguardista que parte de la base mediterránea y mezcla por ejemplo con toques orientales. De una presentación meticulosa cada plato, se nota que hay mucho trabajo para el diseño de los mismos y eso se refleja en su ejecución y presentación. Cada elemento está puesto en determinado lugar por una razón. Ya que su base es la cocina mediterránea, se aprecia el uso de muchas verduras y pocas harinas. Generalmente los platos van acompañados o más bien decorados con un juego de verduras. Esto hace que los platos sean ligeros y más bien pequeños. Los precios si son bastante elevados, aunque compensa de alguna forma cuando se ve todo el trabajo que hay detrás. Sin embargo yo ofrecería acompañamientos incluidos tipo purés o papas servidos aparte para no dañar el paisaje dentro del plato para balancear un poco la falta de harina en el plato y tener más contento al estómago. Al final pregunté si ofrecían acompañamientos y me comentaron que tenían algún tipo de ensalada o puré pero lo cobran adicional, lo cual es demasiado considerando el valor de cada plato. Por ejemplo, el cochinillo cuesta $60.000, es más bien pequeño y su decoración es un puré de albaricoques y unos trocitos de zanahoria, a la vista muy bonito; la cocción del cochinillo parece hecha al vacío de manera que es muy tierno, pero no vas saciar el hambre solo con ese plato. Tocaría complementar con una entrada que puede costar alrededor de $25.000. Y hablando de entradas probamos unos calamares apanados con mayonesa de tinta de calamar. Que bien ejecutados, apanado ultra liviano y cero grasoso. Tuve la oportunidad de probar un lomo de res con una costra muy interesante, saladita y un fondo espectacular de base. Un detalle fue que la salsa se enfrió rapidísimo a pesar que la sirvieron directamente en la mesa. La milhoja de postre fue un éxito, su crema pastelera de una textura y sabor único. Ah no podía dejar pasar las mantequillas de elaboración casera que acompañaban el pan de cortesía una de xistorra con sabor a jamón o chorizo ahumado y otra verde con toques de aceituna. El servicio fue relativamente rápido, los meseros atentos, aunque faltó que ofrecieran los acompañamientos extra que no están en la carta. Buen ambiente. Estuve en el primer piso que es más como la parte del bar con mesas altas. Arriba se encuentra la cocina abierta y el comedor principal. En conclusión, creo que merece la pena probar por lo menos una vez y considero que por su comida está en un nivel de superior que pocos restaurantes tienen en Bogotá. No apto para presupuestos restringidos.
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