lunes, 8 de febrero de 2016

Tamarine

Estilo: Sudeste asiático
Sabor: 7.5
Presentación: 8
Servicio: 8
Ambiente: 7
Precios fuertes: $30.000 - 40.000
Dirección: Cll 73 # 8-60 (Hotel JW Marriott)


Aunque hay restaurantes espectaculares en algunos hoteles por el mundo que son el atractivo de gastronómico de una ciudad, en Bogotá, este concepto parece no funcionar. De hecho nunca me antojo de ir al restaurante de un hotel pues generalmente son muy aburridos. Parece que el hotel ha estado tratando de renovar sus propuestas de restaurantes, ya que ninguno de los dos iniciales existe actualmente. Donde ahora queda Tamarine era la Mina, restaurante que fue reseñado en este blog hace varios años. Ahora mantiene su decoración y cambia su estilo de restaurante de carnes a comida del sudeste asiático. El ambiente del sitio es muy frío, ya que es un pasadizo con bóvedas sin ninguna ventana al exterior, por lo tanto se siente oscuro y encerrado a pesar de sus altos techos, pues no le entra luz del exterior. La carta cuenta con entradas como rollitos primavera, pedimos unos calamares y pulpitos rebozados en harina de arroz. Estaban bien aunque podían ser más tiernos. La salsa agridulce muy rica. De fuertes pedimos un pargo frito con vegetales salteados, un New York steak con arroz oriental y shitakes y pato en salsa de tamarindo sobre cama de arroz frito. El pato estaba término medio como lo prometieron, sin embargo me hubiera gustado que fuera más suave su carne. Lo que me pareció una falla fue la piel del pato, que en la carta decía crujiente, en realidad apenas estaba medio asada, para los que saben, el pato tiene una capa de piel mucho más gruesa que la del pollo y para que al comerla sea agradable, debe ser asada más de lo normal, de manera que quede crujiente y tostada, además considerando el 30% de la pieza es grasa. Por lo tanto la piel quedó intacta en el plato. El arroz estaba bien, tenía verduras y tortilla de huevo finamente picadas. Al final la porción se quedó algo corta. La carne y el pescado estuvieron a gusto para los otros comensales. En resumen, todo estuvo razonable pero le falta algo para ser realmente especial. Falta ambiente y la música es tipo china un poco tortuosa. Poca gente en el sitio. Las meseras muy amables y sonrientes. Al final pasé la queja del pato pero no tuve respuesta del chef. Las porciones son un poco justas, nos hubiera gustado que diera alguna cortesía de bienvenida.

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