miércoles, 27 de abril de 2016

Black Bear

Estilo: Internacional
Sabor: 8.5
Servicio: 9
Ambiente: 8
Precio fuertes: $30.000 - $45.000
Dirección: Cr 11a # 89 - 06

Otra iniciativa del grupo Takami en la nueva zona de moda restaurantera bogotana. No se puede encasillar el estilo de la comida de este restaurante en uno solo. Quizá si veo una alta influencia de la cocina europea con su toque personal. Las entradas son llamadas platos pequeños y los fuertes, platos grandes. En total unas 10 entradas y otro tanto de fuertes, hacen que la carta sea muy concisa. Debo confesar que a diferencia de otros restaurantes de cierto nivel, las porciones de todos los platos son generosas, gesto que aplaudo pues no se siente uno tumbado y la buena presentación de los platos se mantiene. También ayuda a que la relación beneficio costo salga bien librada. Un detalle interesante es el pan de cortesía en dos presentaciones, una en forma de garra de oso negra, la otra pequeños bollos circulares, aunque las dos sabían muy parecido, quizá un tanto dulzón el pan.
Cuando vi la sección de platos pequeños en la carta, uno llamó enseguida mi atención, la combinación de nachos cordero, chipotle y chocolate, bueno, ahí podrán ver que tiene elementos diferentes. Cuando probé el plato, quedé ligeramente desilusionado; voy a explicar por qué, si bien el cordero mechado estofado tenía buen sabor, los sabores del chocolate y el chipotle practicamente no se sentían y si bien entiendo que no estaba en un restaurante mexicano, me hubiera gustado notar esos sabores marcados, razón por la cual pedimos el plato. Como fuertes, ensayamos una sábana de lomo y unos fetucinis con estofado de codillo de cerdo cocinado lentamente y ahumado en una salsa de tomate marzano y algo de crema (que no mencionaba la carta). Ambos platos de buena factura. El lomo muy tierno, pareciera que lo martillan para romper sus fibras, una ensalada sencilla  y chips de papa correctos acompañaban al plato. La pasta al dente, la salsa de sabor delicado y con abundante codillo desmenuzado con el toque ahumado adicional que le daba realce al plato, la salsa cremosa y suave iba bien, quizá con el transcurrir del plato, se volvía algo monótona. Me quedé sin probar los postres debido a que el fuerte fue tan abundante que no dejé espacio para el dulce. Los meseros están bien entrenados, conocen la carta. El ambiente del lugar no me convenció del todo, me sentía en la casa de mi abuelita en la sala biblioteca de los años 50's. Puedo resumir que se nota un trabajo especial por hacer platos en cierta medida originales y un cuidado de sus ingredientes y combinaciones. Vale la pena probarlo. Takami tiene la experiencia y el capital para seguir creando restaurantes, cada uno con su personalidad propia.Ya veremos a futuro con que nos sorprenden.

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